Tabla rasa propone la analogía entre un pliego de papel y la superficie del suelo, con la salvedad, que en él se dibuja excavando. Hacer túneles es avanzar y a la vez, dibujar el propio avance; mientras más profundo el túnel, menos control sobre la forma dibujada y mayor el retroceso del entendimiento.
Es un dibujo ciego, sin nombre, del que sólo se ven unos agujeros profundos clavados en el suelo, se sabe que bajo ellos están los túneles conectados pero no se tiene certeza de su trazado. La manera de revelarlo es llenando de yeso, inundando con esta mezcla el hoyo excavado hasta ahogarlo. El yeso copia y al desenterrarlo, deja ver la figura de una escultura, un dibujo petrificado del subsuelo.
Dibujar excavando propone una negociación entre una superficie que resiste y una mano que tiene que abrirse paso entre terrones. Los derrumbes, la textura y el color de la tierra suman cualidades improbables a la forma que luego se revela. Cada escultura expuesta materializa en sus bordes una negociación particular, un encuentro único. Cada escultura es también, una arquitectura de brazos que se comunican entre sí, ajustada a la regla de proporción que impone la anatomía y movimientos de esta extremidad.